Follow me, into nowhere

23 abr 2011

Sus manos pequeñas y frías, su pelo liso, tan bonito y agradable al tacto; los lóbulos de sus orejas, suaves y carnosos, y el lunar que tenía debajo; su costumbre de mirar fijamente a los ojos cuando hacía una pregunta. Al sobreponer estas imágenes, su rostro emerge de repente. Primero se dibuja su perfil. Después ella se vuelve hacia mí, me sonríe, ladea la cabeza, me habla y me mira fijamente a los ojos. Tal vez esperaba ver en ellos el rastro de un pececillo que cruzaba, veloz como una centella, el fondo de un manantial de aguas cristalinas.

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