Me siento un culpable porque no me despedí como debería haberlo hecho y porque no cumplí mi promesa de ir a leerte o llevarte un dibujo. Solo tenía ganas de darte un último abrazo, de que me cuentes tu historia antes de que te la lleves. Perdón, perdón y mil perdones.
Te voy a recordar hermosa y vívida.
Te quiero mucho, hasta siempre.
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