(…) desde que empezó a llevarse mis lágrimas y me dolía (…)
Cada vez era peor, me revolvía el estómago, me estallaba la cabeza, me sangraba
la piel. Odio, agonía, tormento y un vacío… un vacío tan atroz en el que me había
sumergido por completo, de pies a cabeza. Siguieron tiempos serenos, las aguas
se habían calmado pero hoy vuelvo a esas noches donde no sentía nada mas que los
latidos de mis heridas. Y tengo miedo.
(Desde algún lugar, en algún momento, quizás hace semanas atrás)
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